Roma, citta´ aperta, Roberto Rossellini. (1945)
Ésta es una historia de esperanzas, de tener bien aprendido el lema de mirar hacia delante en momentos de desconcierto, mostrando sin remilgos los desastres de esa guerra que sirvió como foco de crítica para toda esa generación de cineastas conocidos como Neorrealistas.
Aun siendo rodada en 1945, Rossellini retrata una Italia, convertida en escombros, que intenta sobrevivir a los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial. Así, saca partido a las cenizas que pueblan la ciudad romana, dando como resultado un magnífico realismo apoyado no solo por una espléndida labor de guión liderada por el propio director (también intervienen otros grandes como Fellini y Amidei), sino también por un elenco de actores, en su mayoría no profesionales, entre los que cabe citar a Anna Magnani, ahora convertida en Pina, cuya interpretación pasa a convertirse en todo un ejemplo de naturalidad ante la cámara y ante una historia que tiene mucho de real.
Roma, ciudad abierta nos cuenta la historia de Manfredi, un Ingeniero Jefe de la Resistencia Alemana que se ve obligado a marcharse tras ser perseguido por la GESTAPO. En su huída llega a instalarse en casa de su amigo Francesco, prometido de Pina, una viuda embarazada y madre de un niño pequeño fruto de su anterior matrimonio. Alrededor de estos personajes, a los que habría que añadir el papel fundamental de Padre Pietro, que aporta al conjunto más ternura si cabe, suceden toda una serie de acontecimientos que ofrecen al espectador un buen legado histórico acerca de una época, más bien de las consecuencias de la misma, evitando caer en un cierto maniqueísmo, tan usual en etapas de crispación y desencanto como la que retrata.
Comienza con este título una trilogía, completada con Paisà y Germania Anno Zero, que busca un fiel retrato de la Europa de posguerra, unas intenciones que hicieron de Rossellini todo un símbolo de aquel movimiento que de alguna forma lidera, sobre todo por haber sabido conjugar la crueldad de unas imágenes con un sentido esperanzador en el futuro con el que un buen espectador se queda cada vez que se enfrenta a este filme, ya que estamos ante una de esas películas en las que logramos redescubrirnos en cada nuevo visionado.
Aun siendo rodada en 1945, Rossellini retrata una Italia, convertida en escombros, que intenta sobrevivir a los últimos coletazos de la Segunda Guerra Mundial. Así, saca partido a las cenizas que pueblan la ciudad romana, dando como resultado un magnífico realismo apoyado no solo por una espléndida labor de guión liderada por el propio director (también intervienen otros grandes como Fellini y Amidei), sino también por un elenco de actores, en su mayoría no profesionales, entre los que cabe citar a Anna Magnani, ahora convertida en Pina, cuya interpretación pasa a convertirse en todo un ejemplo de naturalidad ante la cámara y ante una historia que tiene mucho de real.
Roma, ciudad abierta nos cuenta la historia de Manfredi, un Ingeniero Jefe de la Resistencia Alemana que se ve obligado a marcharse tras ser perseguido por la GESTAPO. En su huída llega a instalarse en casa de su amigo Francesco, prometido de Pina, una viuda embarazada y madre de un niño pequeño fruto de su anterior matrimonio. Alrededor de estos personajes, a los que habría que añadir el papel fundamental de Padre Pietro, que aporta al conjunto más ternura si cabe, suceden toda una serie de acontecimientos que ofrecen al espectador un buen legado histórico acerca de una época, más bien de las consecuencias de la misma, evitando caer en un cierto maniqueísmo, tan usual en etapas de crispación y desencanto como la que retrata.
Comienza con este título una trilogía, completada con Paisà y Germania Anno Zero, que busca un fiel retrato de la Europa de posguerra, unas intenciones que hicieron de Rossellini todo un símbolo de aquel movimiento que de alguna forma lidera, sobre todo por haber sabido conjugar la crueldad de unas imágenes con un sentido esperanzador en el futuro con el que un buen espectador se queda cada vez que se enfrenta a este filme, ya que estamos ante una de esas películas en las que logramos redescubrirnos en cada nuevo visionado.
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