lunes, 15 de diciembre de 2008

Simplemente, magnífica....


Siempre supe que a través de lo que una persona lee, pueden adivinarse rasgos remotos de su personalidad, por ello estoy dispuesta a que, a través de esta lectura, comprendáis, o mejor dicho adivinéis de qué forma están compuestos mis pensamientos. Y es que pocas obras a lo largo de mi vida han influido tanto en mí como la que hoy ocupa estas líneas, en las que ni siquiera sé si pueden llegar a transmitir todo lo que Rayuela contiene entre sus páginas.

La obra de Cortázar tiene todo lo que un buen lector puede esperar de un libro cuando siente la necesidad de encontrar alguno que le ayude a comprenderse mejor. Grandes dosis de reflexiones, cargadas de capítulos repletos de conversaciones en las que sus personajes divagan sobre temas que en definitiva, parecen no tener mucha salida, pero que nos ayudan a encontrarle un sentido a esto que es la vida.

La historia de un argentino afincado en París, como también le ocurriría al propio autor de la obra, es el punto de origen para todo un cúmulo de sentimientos que han llegado a erizar mi piel en más de una ocasión.

Por ello he decidido que, tras tanto tiempo sin actualizar este espacio, llegaba la hora de hacerlo, y de hacerlo a lo grande, con una obra que habla por si sola y que todos, en algún momento de nuestra vida, deberíamos leer. Porque Rayuela habla de la muerte, de las relaciones sin acabar, de lo perdido y lo que no puede recuperarse, del amor, de los celos y del arte, todo ello, escrito con una magistralidad, y un magnetismo que convierte a esta novela en lo que es, una obra de arte.

Y es que, ante Rayuela el lector toma una nueva dimensión, e incluso determina el modo de leerla, ofrece así la oportunidad de enfrentarte a ella de diversos modos, para acabar, sea de la forma que sea, perplejo, admirado por todo cuanto de ella puede beneficiarse. Pocas obras han sido construidas desde la propia profundidad de cada uno de sus personajes, haciendo que, hablar de su argumento deje de tener sentido, porque Rayuela es un todo, un mundo completo al que valorar desde su complejidad.

Y para abrir las bocas de los que aun no han tenido la oportunidad de ponerse frente a ella, basta con reescribir líneas de uno de sus pasajes, que aunque suponga para algunos caer en lo tópico, fue uno de los momentos que más pudo influir en mí y en mi manera de comprender el amor.

Toco tu boca, con un dedo, toco el borde de tu boca. Voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera. Y me basta cerrar los ojos y deshacerlo todo y recomenzar. Hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.”.

Simplemente, magnífico….