martes, 10 de abril de 2007

Edith Piaf, ¿Une vie en rose?



Apenas faltan unas horas para que tenga lugar el estreno en España del filme presentado en Berlín sobre la vida de una de las más grandes voces de la canción francesa, Edith Piaf.

Puede ser éste, la vida de Edith Giovanna Gassion, un claro ejemplo de aquellos ídolos de vida tormentosa en el que una carrera repleta de éxitos suele corresponderse con una existencia marcada por la tragedia y los continuos coqueteos con las drogas. Una vez más nos encontramos con la otra cara del héroe, con sus vidas al abandonar cada escenario, con la metáfora de esos artistas que tras sus canciones no encontraban más que a personas sentimentalmente inestables.

Su claridad en la voz y su poderosa interpretación hicieron de la que comenzó cantando en cabaret de dudosa reputación, todo un icono de la música francesa desde París hasta Nueva York, encandilando al mismo tiempo a gran parte de Europa y América hasta su muerte con tan solo 47 años, creándose una especie de aureola mítica en torno a su figura. El público la vio ascender a lo más alto en cada actuación, pudo contemplarla en la gran pantalla, la vio reírle y cantarle a la vida, así como contemplar como su estrella se desvanecía consecuencia directa de su adicción a la morfina, una droga que llegó a convertir en su única energía vital al final de su carrera, en unos conciertos donde su evidente deterioro físico, más una mayor intensidad en sus interpretaciones, los hicieron inolvidables.

Sin embargo, y cuando aun actuaba en burdeles de la mano de su manager y compositor Raymond Asso, fue la propia Piaf la que utilizaba sus actuaciones como medio de liberación para presos de la II Guerra Mundial, unos años en los que su figura evoluciona hasta reinar dentro del Music-Hall. Tras la guerra, una joven Edith Giovanna, ya convertida en Edith Piaf, comienza sus pasos en la composición de sus propias canciones, entre las que destaca la archiconocida La vie en rose (1946), que le sirve como pasaporte directo a los grandes cabarets de Nueva York, ciudad que visita constantemente hasta su vuelta definitiva a París pocos tiempo antes de su muerte en 1963.

A pesar de todos los años transcurridos desde entonces, Edith Piaf sigue siendo considerada la voz francesa femenina más significativa, traspasando fronteras y generaciones que siguen sabiendo disfrutar al prodigioso son de la “La niña gorrión”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ultimamente hablas de muchas cosas que me encantan. Estoy de acuerdo contigo de que Edith Piaf tine una voz increíble, aunque de sus éxitos yo prefiero Non, je ne regrette rien, (canción de la que se hizo una versión muy graciosa cantada por ratoncitos).

Un abrazo fuerte.