La admiración por parte del propio Apollinaire consolida el punto de partida de un Giorgio De Chirico poco conocido, pero que ya desde su comienzo comienza a ser convertido en el centro de las miradas de todos los artistas de su tiempo.
Con un intento por innovar en el campo pictórico, más ese afán por superar el sumun expuesto por los impresionistas, De Chirico aprende a crear un arte basado en la metafísica y en todas aquellas influencias recibidas de Nietzsche o el propio Schopenhauer, de los que adoptaría esa tonalidad grisácea (también presente en toda la obra kafkiana) y oscura que por tantos motivos definen al mismo que quiso despejar casi toda su obra de la presencia humana en sí, recreando para ello espacios abiertos vacíos en los que el silencio reina entre objetos que cobran vida propia convergiendo en unas obras cuyo misterio y soledad perturbadora, logran una asociación perfecta entre artista y público.
Pronto pasa a definirse asimismo como un pintor metafísico, añadiendo en su obra un tinte profundo del que para algunos carecía el arte en ese momento, transmitiendo a través de su técnica sentimientos de melancolía, soledad y tristeza dulcemente ejemplificados y que son agradecidos por un espectador que se sumerge en una realidad onírica, repleta de sentimientos contrarios como la sorpresa y la desilusión o el color y la nostalgia que imponen una fuerza que imposibilita la no interpretación con lo que se admira.
Con De Chirico, junto a un joven Carrá, parece producirse la evolución necesaria de la corriente futurista a la metafísica, produciendo así una vuelta al primer renacimiento italiano, tornando a la recreación de perspectivas calculadas y a la delimitación de figuras y objetos.
Sin embargo, el tiempo pasa y la obra de De Chirico es cada vez más compleja y confusa, transmitiendo con ello una cierta inseguridad psicológica que rondaba la vida de este pintor con dotes ensayísticas, y es que supo ampliar su obra a la creación de toda una serie de ensayos filosóficos que sirven como carta de presentación a toda una vida marcada por el arte y la filosofía, demostrando que solo así podría llegar a convertirse en un “buen artista”.
Citas de Giorgio De Chirico:
“fueron los primeros en enseñar el profundo significado que tiene lo absurdo de la vida”.- Sobre Nietzsche y Schopenhauer. Nosotros los metafísicos.
“píctor clasisicus sum”. Retorno a la tradición. Giorgio De Chirico.
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