La mirada del otro
domingo, 18 de marzo de 2007
Edvard Munch y su posición frente a la vida.
Edvard Munch. Su obra, una autobiografía en óleo.
“Paseaba por un sendero con dos amigos cuando de repente el cielo se cubrió de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio –sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad-, mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza”.
Fragmento tomado del diario de
Munch
. Pasaje inspirador para su obra
El Grito
.
Tendríamos que emplear años estudiándolo para poder tener un conocimiento relativamente cercano a toda la
metáfora
contenida en la obra de
Munch
, a la que podríamos definir como
desgarradora
,
pasional
y sobre todo tremendamente
expresiva
, transmitiendo a la perfección cada uno de los sentimientos que le impulsaron a expresarse mediante el pincel, haciéndonos partícipes de una historia difícilmente digerible al conocer la biografía del mismo que las creó.
Ya con una
infancia difícil
tras superar la muerte de su madre y una de sus hermanas,
Munch
arrastraba una
personalidad depresiva
que reflexionaba constantemente sobre la
fatalidad de la vida
, una actitud que se vio reforzada por continuas infidelidades que le llevaron a representar a la figura femenina y su deseo hacia ellas como una atracción fatal inevitable.
Fue también esta personalidad
deprimente
lo que orientó su gusto pictórico hacia la supeditación de la
forma
a un
contenido
de materia deformada, destacando en toda su obra un cierto aire
desfigurador
que, además de transmitir los
desgarradores
sentimientos que perseguían al artista, ponía en relieve la fusión entre fondo y forma como símbolo de la poca importancia que le otorgaba a la vida.
De todo este sentimiento son buena clave los títulos de una primera etapa en la que a menudo se presenta la completa
distorsión
del hombre (
El Grito
), la
desolación
y la falta de esperanza (
Pubertad
), incluyendo la recreación de escenas ambientadas dentro de la dicotomía entre
muerte y pérdida
(
Madre muerta
), con el ensalzamiento de
seres frágiles
y de
miradas perdidas
con las que llega a ser capaz de dominar directamente el alma de quienes las contemplan.
No fueron pocas las veces que
Munch
se enfrentó al rechazo que produjo su obra en la burguesía de la época, la misma que llevó a solicitar la
retirada
de las exposiciones del artista al considerarlas como alentadoras de la
crueldad
y de la propia
deshumanización
.
Sin embargo, nada de esto hizo que
Munch
, que comenzaba a relacionarse por estos años con el ambiente
bohemio parisino
, abandonara el estilo que definía con tal carga expresiva su obra, ya que encontraba en él la técnica con la que daba salida a sus temores más profundos, unos miedos que poco a poco se fueron diluyendo con la
madurez
de una obra que al entrar en contacto con estos círculos, fue liberada de esa cierta
autocompasión
y ese sentimentalismo en que estaban tornando sus nuevas creaciones. Ejemplo claramente
delatador
de todo esto que expongo, es su etapa posterior a
1900
(
The woman red dress
, entre otras), donde comenzamos a observar un uso de
colores
más variados y con menor carga
sombría
, reduciendo así el desgarro definitorio de sus primeros trabajos, evidenciando su contacto con las obras de otros grandes como
Lautrec
o
Gauguin
, cuyas exposiciones le descubren la expresividad conseguida con el uso de la
línea
, una técnica que no tardaría en dominar, fundiéndola con unos contenidos reveladores con los que conformó su propia
autobiografía a través del óleo.
1 comentario:
Daniel F. Patricio
dijo...
bravoo!eres una artista!
20 de marzo de 2007, 12:08
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bravoo!eres una artista!
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