Con el crujido de las hojas secas al desvanecerse, me abro camino hacia mi tortura. Una tortura que no es más que un tiempo regalado a lo que no merece serlo.
Y con el crujido me despierto, viendo como mis pies sin querer me alejan, de todo lo que en estos en momentos en mi corazón se transforma en un mero "sobrevivir" a mi tiempo.
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