
.... dícese de aquella persona extremadamente frágil, traficante de sus propios sentimientos, estimulante de miedos ocultos y secretos de autodestrucción imposibles de conocer. Dícese también de una persona egocéntrica, en ciertos casos cínica, un cinismo que acaba convirtiéndose en odio en los momentos en los que puede llegar a contemplarse desde fuera. Podría seguir describiendo el desastre, pero ni siquiera su egocentrismo merece la pena.